Monday, October 8, 2007

Y hablando de Lezama


¿Hay algo más patético que Lezama tratando de comer en los años de escasez de comida? José Prats Sariol cuenta algunas de las peripecias que había que hacer con él para que comiera: cada vez que algún extranjero iba a Cuba, interesado en verlo, le recomendaban que debía invitarlo a comer y con eso estaría feliz. Prats Sariol recuerda algunas de las invitaciones que él le hizo y cómo Lezama siempre pedía dos postres.
En uno de los libros más risible de Lezama, sus entrevistas con Félix Guerra (risible entre otras razones porque aquel parece tomarle el pelo a su entrevistador o responder con una serenidad maligna a una serie de preguntas a veces absurdas), este le pregunta en qué lugar quisiera estar ahora, si tuviera el don de la ubicuidad o del viaje instantáneo. El entrevistador, conociendo a Lezama, quizás esperaba que este respondiera algo como: en la corte faraónica, en la del rey Arturo, en el momento en que se ordenó la construcción de la Gran Muralla. Lezama responde: “En El Anón de Virtudes, donde me tomé mi último batido de papaya en 1963.” Lo que hace patética la escena, el punctum, es que Lezama recuerde la fecha exacta en que ocurrió.