Monday, March 12, 2007

Comida lezamiana

El homenaje que Senel Paz le hace a Lezama en su cuento “El lobo, el bosque y el hombre nuevo” es uno de los pasajes más pedantes de la literatura cubana. Ello es porque, en 1990, cuando el cuento empezó a ser leído, las nuevas generaciones de lectores en Cuba casi no habían leído Paradiso. La edición de 1966 era la única existente y había sido, como sabemos, retirada de las librerías en algún momento, por causa del capítulo 8. Tener o encontrar uno de aquellos ejemplares era una rareza. Pero también era una rareza haberse leído el libro a pesar de tenerlo, y más aún, haberlo entendido. Imagino que la mayoría de los lectores potenciales de Paradiso se desinteresaban por el solo hecho de escuchar los rumores sobre la supuesta impenetrabilidad del libro.
En 1990, citar en extenso, entonces, tenía un sentido. Era dar a conocer un pasaje célebre que muy pocos conocían. Era, también, afianzarse en el círculo de los elegidos que habían leído la novela. Desde el punto de vista narrativo, contribuía a revelar un rasgo del personaje principal, Diego, obsesionado por rescatar una idea de cubanía, de la que aquella comida era un paradigma. En la película, esta escena aparece aún más pasada por agua. Diego debe empezar diciendo: “Estás asistiendo al almuerzo que Doña Augusta….” Claro, una película debe alcanzar a más gente.

La escena de la película, recreada por estudiantes de español de Drake University.

La cita en extenso tenía otro propósito: comentar sobre la falta de comida en Cuba, una falta endémica de los cuarenta y cinco años de la revolución, con períodos alternantes de más o menos alivio. A finales de los ochenta, la cosa, como se dice, se puso mala. Los suministros del campo socialista pararon y todo empezó a escasear. La comida, que siempre ha sido un símbolo de cuán bien uno ha podido sobrevivir esos cuarenta y cinco años, se volvió todavía más simbólica. Introducir aquella cita de una de las comidas más suntuosas que registra la literatura cubana, era cuestionar la falta de comida. Y el hecho de asociar con la comida suntuosa, en familia, a un valor burgués, representaba otro comentario.
En la película, el comentario va un poco más allá, al hacer revelar que Diego, para poder conseguir todos aquellos ingredientes, no habría podido más que conseguirlos en la bolsa negra. Y el precio: “¡Pero Dieguito”, dice Nancy protestando, “esos son como cien dólares!” Un buen chiste, sin duda, y una coña para Lezama.