Monday, January 22, 2007

Estas notas

Estas notas se originaron a partir de un propósito simple: una evocación de aquellos momentos en que una obra de ficción (una película, un texto, una pintura) había inspirado un apetito o una curiosidad por la comida representada en ella. Comer no es sólo un acto de supervivencia elemental, es también un deseo creado por la ficcionalización de esa experiencia. A veces, esa representación influye más en nuestro hábitos alimentarios que la necesidad misma. Aquella no proviene sólo de las obras de ficción sino de los conceptos que una cultura (estaba tratando de evitar la palabra) genera sobre sus alimentos favoritos. Comer carne de puerco asada a fines de años no es una necesidad física, es una representación cultural de cómo concebimos el placer de la celebración. Es, también, una convención, porque nada nos impide comer carne de puerco asada en otros momentos del año. Hablo, por supuesto, de tiempos normales en Cuba, si es que estos existieron alguna vez o si, de haber existido, fueron normales para todos.
La mente crea una serie de asociaciones alrededor de la comida. Una cosa es tener hambre, leí una vez, y otra cosa es tener hambre de determinado alimento. La primera es una necesidad real; la segunda, una necesidad creada. La crea la construcción cultural que acompaña a cada comida. Esa construcción es una mezcla de costumbre y nostalgia, o sea, representación. En el caso de Cuba, la parte nostálgica juego, en estos momentos, el papel principal.
Por alguna razón, la comida ha tenido un peso fundamental en mi vida. Quizás lo heredé de mi familia, tan centrada alrededor de las celebraciones, tan nostálgica de las condiciones ideales de alimentación. Mi familia, siendo de origen modesto, pasaba siempre en el pueblo por comer muy bien. Había un chiste familiar: todo el que se casa con un Estenoz, engorda. Era verdad. Incluso los que parecían imposibles de engordar. ¿Era esto producto de la veneración de la comida o simplemente una consecuencia de la vida de casados, que en los pueblos de campo se suele ver como la coronación de los objetivos de una persona en la vida?
También es un interés que he desarrollado con el tiempo. He estudiado por mi cuenta cómo cocinar, cómo hacer la experiencia más disfrutable. Me gusta tener siempre invitados en la casa. Sé, además, que existe en mí cierta ansiedad con respecto a la comida. He tratado de explicarla de diferentes formas: quizás se deba en parte a que, como estudiante becado desde los doce años, no podía comer todo lo que quería y tenía que conformarme con lo que me daban, a veces mejor, a veces intragable. Esa experiencia después se repitió cuando ya no vivía en una beca pero la comida en general empezó a escasear radicalmente y toda Cuba se convirtió en una especie de beca gigante. Quizás se deba también a que, como me interesa cocinar, siempre quiero probar muchos tipos diferentes de platos, para notar sus sabores, comparar, pensar qué quiero hacer la próxima vez que tenga invitados. Pero sé que también tengo cierta ansiedad que no he logrado quitarme. Tiendo a proyectar algunos momentos de felicidad en la comida; claro, es una experiencia que produce gratificación instantánea. No puedo determinar si tengo una compulsión real: no soy como las personas a quienes les da por comer cuando están bajo situaciones de presión. Tampoco he dejado de comer cuando he estado en esas situaciones. De hecho, nunca he dejado de comer, incluso en las situaciones más críticas. Pero sé que hay cierta ansiedad: un temor quizás a no estar lo suficientemente alimentado y que en el momento en que necesite energías me falten; cierto pánico ante la sensación de hambre. Debo aplicar a la comida lo que mi amigo Raúl Alfonso me dijo una vez con respecto a mi vida: el mito clásico que se aplicaba más a mí no era el de Narciso, como yo pensaba, sino el de Orfeo: la ansiedad por el resultado. Sí, siempre estoy ansioso de llegar a un resultado, el proceso me desespera. Pero la comida es un proceso. El algo que todavía estoy por aprender.
Mi amigo Yonny Ibáñez me dijo una vez: “Si tú no comes y duermes lo suficiente, eres hombre muerto.” Tiene razón. No puedo hacer nada con el estómago vacío.

2 comments:

JosEvelio said...

Sr. Estenoz me paseaba por los blogs sobre Cuba y me encuentro su "Carne con papas" que me resulta original y muy cercano a los grandes-grandes-Lezama y Virgilio.
!!felicidades!!
pd:espero nuevos y lucidos textos post.JosEvelio Rodríguez-Abreu.

Ileana Medina said...

Llego tarde, muy tarde a este blog, que me parece genial.
Una pena que no lo continúes!!!
Un abrazo!!!